Además dejamos el link de la web que aloja el material tratado en el "I Encuentro contra el sistema tecnoindustrial y su mundo" realizado el pasado fin de semana en Madrid. Podéis encontrar textos y vídeos acerca de los temas que se trataron.
"El brazo armado del poder que viene es la medicina. Es esta, a partir de ahora, la que decide sobre la muerte y la vida, último vestigio de una soberanía que ya no encontramos por ningún lado en la política clásica. Se prepara una revolución que trata de impedir toda revolución futura. Trata de hacer de nuestro cuerpo un agente exclusivo de separación; quiere que cada uno se convierta en la excepción a una regla médicamente definida. Nosotros seremos entonces los pacientes, los anormales.".
Cuando el mundo de la técnica sustrae nuestra esencia humana, cuando nuestros cuerpos se convierten en meras mercancías con las que trabajar, cuando la medicina se convierte en forma de gobierno y la tecnología en su instrumento principal, es hora de escupir unas cuantas verdades.
martes, 30 de mayo de 2017
Algunas lecturas sobre aplicaciones policiales tecnocientíficas y otros textos de interés
Dejamos un par de textos interesantes acerca del uso policial-judicial que se hace de los análisis genéticos de las tomas de ADN (pinchar en la imagen para acceder al texto).
Además dejamos el link de la web que aloja el material tratado en el "I Encuentro contra el sistema tecnoindustrial y su mundo" realizado el pasado fin de semana en Madrid. Podéis encontrar textos y vídeos acerca de los temas que se trataron.
Además dejamos el link de la web que aloja el material tratado en el "I Encuentro contra el sistema tecnoindustrial y su mundo" realizado el pasado fin de semana en Madrid. Podéis encontrar textos y vídeos acerca de los temas que se trataron.
domingo, 30 de abril de 2017
Miguel Amorós sobre el libro de Jaime Semprún "El abismo se repuebla"
Cazarabet
conversa con Miguel Amorós sobre este libro de Jaime Semprún:
-Amigo en
el pensamiento de este escritor y pensador, ¿qué peso crees que supuso la
figura de su padre, Jorge Semprún…?
-Jorge Semprún fue su padre sólo en sentido biológico. En los
escasos momentos de trato, el adolescente inconformista que fue Jaime reprochó
a su progenitor haber sido estalinista, y, por consiguiente, haber contribuido
a la obra totalitaria del régimen seudocomunista
soviético. La fama de su padre como escritor y amigo de políticos le resultaba
vulgar y obscena, edificada sobre una gran mentira de la que sacó buena tajada.
Él fue exactamente lo opuesto. Cultivó la verdad sobria y discretamente. Nunca
puso en venta sus cualidades e hizo todo lo que pudo por apartarse del monstruo
de la publicidad; éste le siguió el juego, ignorándolo. Supo tan bien ocultarse
del espectáculo que encontrar hoy en los medios una foto suya resulta misión
imposible.
-Pero él, claro,
le da como varias vueltas de tuerca a los pensamientos de los que debió, de alguna
manera, beber durante años… ¿Cuál es su evolución?
-De muy temprano Jaime adquirió un sólido bagaje literario y, sobre
todo a partir de la revuelta de Mayo del 68, su formación filosófica y política
dio pasos de gigante en relativamente poco tiempo. En su biblioteca podía
realizarse un inventario completo de la revolución en todos los órdenes. Hizo
una corta incursión en el cine experimental, e incluso dirigió un par de
ensayos filmados, que mandó destruir. La crítica situacionista le influyó
bastante, pues prestó una base teórica coherente y un sentido histórico a una
rebeldía juvenil que en aquellos tiempos era general. Le dio razones y orientó
sus lecturas. El talento hizo el resto. En 1975, incitado por Debord, fue capaz
de escribir la mejor defensa internacional de la revolución portuguesa,
plasmada en un texto, La Guerra Social en Portugal, solamente echando
mano de la prensa y de los relatos de algún compañero que venía de allí. La
relación con Debord sería efímera y frustrante. Jaime no se esperaba que
alguien como él pudiera disponer de las personas como piezas del tablero de
ajedrez, pero en aquellos días Debord jugaba a estratega.
-Un hombre muy
peculiar atrevido y adelantado, diría, a su tiempo. Tú que lo conociste de tan
cerca, ¿qué nos puedes explicar?
-Más bien un hombre que marchaba al paso de la realidad, un hombre
inflexible con su tiempo, con el que no buscaba acomodarse. La lucidez le vino
de su inconformismo teórico absoluto y de una formidable capacidad de síntesis.
Se dio prisa en denunciar el pensamiento recuperador que los ideólogos del
poder fabricaban con los materiales revolucionarios en un libro no traducido al
español, Précis de récupération.
Nunca se montó un refugio mental con verdades intemporales desde donde juzgar
inapelablemente el mundo, o dicho de otro modo, nunca se plantó en una
ideología, y por lo tanto, nunca se quedó atrás, sentado en un situacionismo de
epígonos. La nostalgia no casaba con él, sobre todo en los años setenta y
primeros ochenta, cuando las posibilidades de una revolución mundial, o al
menos de un retorno de la misma que diera al traste con el viejo mundo, no se
habían agotado. Entonces todavía todos
éramos optimistas puesto que aún duraba el estado de insatisfacción
generalizada de los sesenta y la crisis del capitalismo nacional generaba
revueltas por doquier. Combatió con dureza a quienes en lugar de forjar una
crítica global de la sociedad de clases mediante la acción directa, reproducían
las mistificaciones de toda la vida dándoles un aspecto modernista. Seguramente
por eso nunca fue un autor del agrado de los militantes. Fue el último de los
revolucionarios con verdadero estilo, hecho a base de profundidad, verdad,
rigor, sensibilidad y dialéctica. Lo verdaderamente especial de Jaime es que logró
que esa grandeza de ánimo fuese compatible con una amabilidad sorprendente. Al
contrario que otros, Debord por ejemplo, Jaime era cercano y acogedor con
quienes se le aproximaban. Sus colaboradores eran también sus amigos y pasaba
la mayor parte del tiempo con ellos. No creo que nunca rompiera realmente con
ninguno. Ha sido la persona más noble, desprendida y generosa que jamás he
conocido. Y la única con carisma capaz de concertar productivamente un círculo
de individuos con personalidades fuertes y dispersas con los que llevó adelante
sus proyectos.
-Se
enfrentó al proceso de la transición española cuando escribió contigo, Manuscrito encontrado en Vitoria…en
aquel entonces lo publicasteis firmándolo como los incontrolados. Cuéntanos
cómo fue y qué supuso a vuestro alrededor, supongo que un pequeño terremoto,
¿no?
-Nos conocimos en 1975, al poco de exilarme y establecerme en Montreuil, un pueblo de la periferia de París. Nos pusimos mutuamente al día y tratamos de intervenir en el
proceso revolucionario español con un folleto, La Campaña de España de la
Revolución europea, al que debía de seguir un libro a publicar en Champ Libre. Ese libro era el Manuscrito, redactado
íntegramente por Jaime. Por malas razones, ya tratadas en el prólogo a la
edición de Pepitas, Debord impidió su publicación y decidimos entonces
publicarlo en el estado español en forma de folleto. Mi exilio se había
terminado y el Manuscrito se prestaba a servir de base para la formación de un
grupo autónomo en España. Al revés de lo que pasó en Portugal, la situación
insostenible del tardofranquismo y el empuje del movimiento obrero español eran
conocidos en todos los medios de comunicación europeos y, por consiguiente, lo
más necesario era publicar desde dentro ese máximo de verdad que el Manuscrito
mostró de forma excelente. El texto, publicado en abril de 1977, no supuso
ningún terremoto, pues las urgencias reivindicativas laborales y el
sindicalismo de cualquier color y forma
contaban entonces muchísimo más que la batalla por las ideas. El proletariado
no quiso abolir su condición bajo el régimen capitalista y, por lo tanto,
convivió perfectamente con toda clase de ideologías hasta auto negarse como clase revolucionaria. El
Manuscrito no fue completamente ignorado pero tampoco influyó en los
acontecimientos. Sin embargo, de vez en cuando va reimprimiéndose, signo de que
el interés por aquella etapa fallida de la revolución española no ha
desaparecido. Es un texto que aún no ha envejecido.
-Decía lo de
“adelantado a su tiempo” porque lo era y lo demostraba, al menos a mí me lo
parece, en aquellos días gritar contra la energía nuclear era más difícil que
hoy -aunque es igual de necesario ayer como hoy- ¿qué nos puedes decir?. Aquí hacemos un alto en el camino ya que, recordemos,
este autor escribió La Nuclearización
del mundo. Importante punto y aparte.
-La proliferación de centrales nucleares como respuesta capitalista
a la crisis energética de los setenta suscitó una oposición numerosa capaz de
concentrar multitudes mucho mayores que las que se
formaban ante el cierre continuo de empresas incapaces de competir en un
mercado mundial sin barreras aduaneras. El accidente de la central de Three Mile Island, cerca de Nueva
York, en marzo de 1979, reveló que la nuclearización de los países capitalistas
implicaba una serie de medidas de control de la población que con el pretexto
de la seguridad acabaría instaurando un Estado policial. El capital ya no sólo
se contentaba con explotar a los trabajadores e imponerles un modo de vida de
acorde con las leyes de la mercancía, sino que también podía planificar su
muerte a través del terror nuclear y sus
secuelas. La Nuclearización del Mundo apareció como panfleto anónimo en 1980,
publicado por la revista “L’Assommoir”. En él, Jaime
repudiaba la crítica moralizante mediante un recurso original, el falso alegato
a favor o la sátira disfrazada de apología, al estilo del Swift
de “Una Modesta Proposición para prevenir que los niños pobres de Irlanda sean
una carga...” La colaboración con “L’Assommoir”
posibilitó la publicación en lengua francesa del Manuscrito y la defensa de la
revolución portuguesa contra el bordiguismo apacible
de un puñado de ideólogos especializados en negar la evidencia de las
revoluciones modernas como la de Mayo del 68, la portuguesa y la española. Este
importante documento, Les syllogismes démoralisateurs, nunca fue publicado en castellano, y
en cambio, las deyecciones del ultraleninismo anticonsejista si encontraron un público sectario
minúsculo, pero persistente, por supuesto, en el espacio virtual. Tal es la
fascinación que ejerce el extremismo abstracto en la neomilitancia
impotente. El nº 4 de la revista fue consagrado a la revuelta polaca que
cerraba el ciclo proletario iniciado en 1968. El texto Consideraciones sobre
el estado actual de Polonia, fechado en enero de 1981, debido en gran parte
a la pluma de Jaime, supuso el punto final de la colaboración y en cierto modo,
impulsó un salto cualitativo en su trabajo crítico, el ocurrido con la
fundación en el año de Orwell de la revista Encyclopédie
des nuisances (Enciclopedia de la Nocividad), la
más perspicaz de las publicaciones intransigentes y la más intransigente de las
publicaciones perspicaces.
-¿Qué se entendía
por nocividad?
-Es un concepto clave en el pensamiento de Jaime y su círculo. La
palabra “nuisance” es un neologismo del francés que
se refiere a cualquier factor que moleste o perjudique a la gente común, y
entre ellos podían figurar perfectamente la contaminación, las centrales
nucleares, el trabajo asalariado, la alimentación industrial, el consumismo, el
machismo, los expertos, los dirigentes, los capitalistas, etc., y por encima de
todo, la nocividad suprema: el Estado. Con la idea de nocividad, la
Enciclopedia denunciaba la característica más común de la organización social y
el resultado principal de la producción moderna.
-Fue ecologista cuando era más difícil
destapar el pastel porque ese pastel dejaba, todavía, buenas migas para todos;
aunque no nos engañemos siempre había un sector mejor untado, los de siempre...
-Hay un malentendido con la palabra ecologista, con la que
designamos igualmente a la amplia multitud de amantes de la naturaleza y a los
activistas políticos que hacen bandera de su defensa. Jaime nunca fue
ecologista, ni jamás se refirió al ecologismo en sentido positivo. La
naturaleza no es algo distinto de la sociedad. Para defenderla con eficacia es
necesario transformar radicalmente aquella. En realidad, el movimiento
ecologista, a la hora de definirse, únicamente quería poner precio a la
destrucción ambiental y, a lo sumo, administrar la catástrofe, nunca subvertir
el marco social existente. Pero dentro de ese marco no hay solución posible a
ningún problema de la vida real, empezando por el de la degradación de la
naturaleza. En el mercado de la degradación, los ecologistas eran como los
militantes sindicales en el mercado laboral, intermediarios interesados en la
regulación de las contradicciones ocasionadas por la explotación del territorio
ellos, y por la explotación de la fuerza de trabajo los otros. Su existencia
iba ligada a la mercantilización de la naturaleza en tanto que negociadores del
grado de nocividad admisible. La lucha contra la nocividad solamente podía
triunfar como movimiento antieconómico y antiestatista,
no como partido “verde” reconciliado con la economía gracias a fórmulas de
desarrollo “sostenible”. Tal fue la conclusión de los enciclopedistas,
particularmente en su Mensaje dirigido a todos aquellos que no quieren
administrar la nocividad sino suprimirla, folleto difundido en 1990.
-Pero en la obra Semprún
lanza críticas contra esa especie de fascinación que muestran y demuestran los
hombres con el mundo de las máquinas responsables de cierto “orden social”… ¿es
así?
-Las máquinas prometen una liberación que a pesar de su falsedad
patente, continúa ejerciendo un hechizo que crece en la misma proporción en que
las condiciones subjetivas degeneran. La Enciclopedia no podía pasarlo por
alto. Partíamos de una concepción situacionista del mundo pero el genio de
Jaime introducía algunos cambios determinantes: la crítica de la idea de
progreso como herencia burguesa, la desconfianza ante la ciencia y la técnica
en tanto que herramientas de la dominación y vehículo de una superstición progresista,
la producción moderna como producción de nocividad y la lucha contra ésta como
terreno fundamental de la nueva conciencia histórica. Con ello se sentaban las
bases de la crítica anti-industrial (en la península la llamaríamos antidesarrollista), la forma más actual de la crítica
revolucionaria. En particular, la crítica razonada del papel de la tecnología
en la alienación y esclavitud modernas se inspiraría en la extensa obra de
Lewis Mumford (el de “El Mito de la máquina”) y
Jacques Ellul (el de “El Sistema Técnico”). Luego se
añadirían la crítica de la “razón instrumental” de Adorno y Horkheimer
y la imprescindible denuncia de Gunther Anders de la “obsolescencia” del género humano provocada
por el desfase entre los “adelantos” técnicos y la incapacidad social de
asimilarlos.
-No debía
recrearse ante las máquinas y sus maquinaciones. ¿Qué opinas?
-No se trata simplemente de máquinas. La ciencia y la tecnología
modernas son ante todo ideologías, además de subsistemas de la dominación con
carácter totalitario. Cuando éstos aparecen se desarrollan hasta determinar la
marcha de la sociedad por completo, y por consiguiente, hasta colonizar la
vida. Nadie puede sustraerse a su influjo, todo el mundo puede consumirlas y
padecerlas, pero nadie puede permanecer al margen de ellas, a nadie se le
permite desenchufarse. Bajo esa esclavitud la vida sufre tal grado de
simplificación que ya no puede realmente llamarse así, vida. Los individuos,
como prótesis de las máquinas, ya no viven, solamente funcionan. Dos ejemplos
de ese aspecto negativo de la tecnociencia serían la
alta velocidad y la ingeniería genética, que merecieron dos opúsculos
colectivos titulados respectivamente Relación provisional de nuestros
agravios contra el despotismo de la velocidad, de 1991, y Observaciones sobre la agricultura
genéticamente modificada y la degradación de las especies, de 1999. Ambos despertaron la cólera del
izquierdismo obrerista, furibundos partidarios del sistema tecnoindustrial
al que desearían autogestionado por sus víctimas.
-Luego en 1997
editó este libro que ahora vuelve a editar Pepitas de Calabaza El abismo se repuebla. ¿Qué reflexión
puedes hacer sobre las principales teclas del piano que nuestro Jaime Semprún
toca con notas de tinta…?
-Las Ediciones de la Enciclopedia de la Nocividad (EdN) fue en principio una ampliación del proyecto crítico
iniciado con la revista, pero el impasse del trabajo colectivo de la redacción
convirtió la editorial en la heredera de la publicación inicial. Con las
ediciones adquiere solidez la crítica anti-industrial y se supera la posición
oscilante de la revista, puente entre la crítica situacionista y el anti productivismo. El Abismo se Repuebla constituye un
hito en la pelea contra la falsa conciencia de la época. Jaime camina hacia una
crítica sistemática del horror económico, ya esbozada en dos libros anteriores,
dos partituras previas. Los Diálogos sobre la consumación de los tiempos
modernos, suscritos por Jaime, es un “detournement”
de “Diálogos de exilados” de Bertold Bretch y bajo esa apariencia reconstruye una conversación
donde se pasa revista a los múltiples aspectos del derrumbe de la conciencia
social, signo de la consumación de la modernidad burguesa: hoy en día tenemos
todo el derecho a pensar, pero hemos perdido la facultad de hacerlo. En esas
condiciones, el conocimiento inútil del desastre conduce a la resignación, por
eso la mera constatación no basta y hay que atacar a los responsables del
desaguisado. El problema de la debilidad de la conciencia en una época en que
el cambio radical de las relaciones sociales es tan necesario se manifiesta
particularmente en las protestas actuales de los asalariados, que cuando cesan
no dejan rastro. Los rasgos principales de la decadencia de la clase obrera
tradicional, incapaz de cuestionar el mundo de la mercancía, fueron expuestos
en las Observaciones sobre la parálisis de diciembre, trabajo colectivo
firmado por la Enciclopedia.
-Se preguntaba:
¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos?, pero iba más allá ¿a qué hijos
vamos a dejar el mundo?. ¿Qué quería
decir realmente?
-Quien se hacía la pregunta no era Jaime, sino el ciudadano
ecologista, aquel que no quiere ver que la barbarie surge como algo natural de
la tecnificación total del vivir a la que se ha prestado con gusto. La deshumanización
provocada por la invasión tecnológica tiene como resultado más inquietante la
formación de unos niños consumidores, sin infancia verdadera, pero
perfectamente adaptados a la simplificación de la vida llevada a cabo por las
máquinas.
-¿Hasta qué punto
el libro es un punto de inflexión en el pensamiento crítico revolucionario?
-La reflexión contenida en El Abismo se Repuebla es descarnada como
corresponde al momento más oscuro del pensamiento racional que es a su vez el
más brillante de la sinrazón. El medio obrero ha sido destruido por la cultura
de masas; la universalidad abstracta de la mercancía y el salto hacia adelante
en la tecnología del control son ya hechos triviales. Jaime dijo lo que nadie
quería oír, que la historia había sido abolida desde el poder, que no existían
los medios donde recrear la conciencia revolucionaria, que la vanguardia de la
modernidad, o mejor de la posmodernidad, era la vanguardia de la alienación,
donde no sólo encontraríamos a los viejos izquierdistas reciclados en el ciudadanismo, sino a buena parte del arco
extraparlamentario, libertario o no, que pugnaba por una versión extremista de
los valores disolventes del orden renovado. Habló de las nuevas formas de
barbarie derivadas de una vida consagrada al instante, del escaso porvenir de
las nuevas generaciones brutalizadas por el espectáculo, del uso por parte de
la dominación de la oposición terrorista y aun de la moderada, simples
herramientas de su perpetuación, del papel de las nuevas clases medias en tanto
que base social de la descomposición políticamente correcta y, en fin, habló
del abismo, de los espacios abandonados por el sistema donde las masas
desesperadas se revuelven contra todo y contra sí mismas. Jaime tuvo el valor
de no prestarse a ilusión alguna y describir las auténticas condiciones
presentes donde el replanteamiento verídico de la cuestión social no podía ser
más arduo. Tras el Abismo se Repuebla el
pensamiento crítico abandonaba la solidez de las viejas verdades obsoletas, sin
empleo, y entraba en un terreno movedizo. No podía haber una revolución social
sin un pensamiento revolucionario, pero el movimiento histórico en el que éste
se inscribe difícilmente podría formarse.
-Como
crítico de la sociedad industrial se hubiese llevado bien, muy bien con Ludd, ¿verdad?
-Decía que la industria llevaba más de dos siglos en guerra con la
vida. Sin duda, con los destructores de máquinas se hubiera llevado tan bien
como mal se llevaba con los destructores del lenguaje, los seudoludditas
de la modernidad líquida. Desde luego, se hubiera llevado bien con García
Calvo. Rescataba del “1984” de Orwell el término de “neolengua”
para describir una recomposición ligüistica radical
que rompía completamente con el pasado, reelaboración exigida por la sociedad
industrial y su tecnología: “es la lengua natural de un mundo cada vez más
artificial”, sentenciará Jaime en su libro de 2005 Defensa e ilustración
de la neolengua francesa. Sin darnos cuenta,
usamos un lenguaje tecnificado que inpide formular un
razonamiento coherente incluso en el ámbito de la protesta “light”; piénsese en
términos bárbaros como “interseccionalidad”, “transversalidad”, “empoderamiento”, “poliamor”,
“rizoma”, “queer”, etc. Volviendo a Ned Ludd, o más bien al Capitán
Swing, Jaime llamó la atención sobre una revuelta que pasaba desapercibida
precisamente por un potencial subversivo de nuevo cuño: la revuelta argelina de
los “aarch”, viejos senados tribales transformados
por las necesidades insurreccionales en asambleas populares. Tradición y
novedad, juventud y experiencia, confluían en la rebelión de Kabilia, proporcionando un máximo de libertad para resistir
al Estado gendarme con éxito inesperado. Los asambleistas
eran verdaderos ludditas enfrentados a la burocracia
estatal en defensa de sus condiciones de vida tradicionales que a la postre
eran demasiado modernas para convivir con el poder. La Apología de la
insurrección argelina, publicada en 2001, revela el lado menos
intelectual de Jaime, su olfato insurreccional que ya manifestó en La Guerra
Social en Portugal y en el Manuscrito encontrado en Vitoria.
-¿Cómo concluye
su pensamiento? ¿O cuál puede ser su mensaje?
sábado, 29 de abril de 2017
GPS para “tratar” nuestra salud mental
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Translational Psychiatry (2017), 7 |
Cuando se dio el disparo de salida
a este blog fue por lo que se veía venir ya hacía un tiempo. Pues bien, AQUELLO
no ha dejado de avanzar e irse posicionándose. Lo que salía de las
universidades y los laboratorios de informática e ingenierías varias hacía
años, ahora, después de la crisis que todo lo ha remodelado para hacerlo más
eficiente, ha llegado con fuerza a las consultas médicas para quedarse. En las
disciplinas psi en particular. Donde
se hacía psicoterapia y se dialogaba en pro de un mayor y mejor
autoconocimiento, ahora se prescribirán métodos de monitorización y seguimiento
a distancia. Es curioso ver a tanto psicólogo y psiquiatra cavando su propia
tumba laboral. Y más curioso es leer de manos de periodistas la defensa de la
subjetividad y la especificidad humana como capacidad para mantener el puesto
laboral frente a las máquinas (aquí se puede leer). Benditos tiempos los que vivimos...
Decíamos que en el ámbito psi,
existe una gran gama de estudios, bastantes de ellos financiados por el
National Institute of Mental Health (NIMH), que pretenden extender la utilidad
del GPS de los smartphones al control de la salud mental de aquellas
personas diagnosticadas. Aclaramos que el NIMH es una institución yanki
encargada de promover la versión más biologicista de las clasificaciones
psiquiátricas, con los presupuestos filosóficos del materialismo eliminativista
(“la
mente es el cerebro”), el Research Domain Criteria (RDoC). He aquí
donde la tecnociencia se materializa.
En la sinergia entre la deshumanización por la ciencia más biológicamente
reduccionista (se trata a la persona desde la perspectiva molecular) y las
nuevas tecnologías capaces de aportar modernas estrategias de manejo de lo
humano una vez deshumanizado.
Uno de tantos productos
tecnológicos al uso es el dispositivo de geolocalización que incluyen los
smartphones. Permite seguir la situación geográfica y evaluar la actividad y
los ritmos sueño-vigilia de pacientes diagnosticados, por el momento de
depresión o trastorno bipolar (1, 2, 3). Se trata de predecir en función de sus
movimientos cuándo están iniciando una crisis. La idea es la de prevenir
episodios críticos sin contar con la participación activa de la persona. Porque
se ha evidenciado que el requerimiento de una actividad por parte del sujeto
para la introducción de datos lo único que facilita es que acabe dejando de
hacerlo. Por tanto, lo tratamos como cosa, le extraemos todos los datos
posibles de forma pasiva e inocua para éste y voilà, ya tenemos listos
un montón de datos objetivos que correlacionar con su experiencia y su vida. Y
concluir de ahí un montón de aseveraciones sobre la REALIDAD (esa de la que
hablaba Agustín García Calvo) en base a probabilidades que deben ser
transitadas para ser hechos y convertirse realmente en realidad.
Pero hay otros muchos cachivaches
tecnológicos preparados para facilitar nuestra monitorización. De nuestra
fisiología por sensores, de nuestra comunicación social por SMS o frecuencia y
duración de llamadas y muchos otros más que se irán desarrollando apoyados en
eso que se da en llamar el “fenotipo digital”.
En resumen, se trata de obtener un gran rédito económico y político por medio
de nuevos productos tecnológicos que a la vez que se ofertan para el mejor
control de nuestra salud hacen las tareas policiales. Aquí, medicina y policía
se vuelven a dar la mano como en el Foucault de los 80.
En este lugar, poco nos importa si
estos métodos resultan en un objetivo como el de que los expertos psi
sean capaces de pronosticar un inicio de síntomas depresivos o maníacos.
Tampoco del qué sean esos llamados síntomas depresivos y maniacos. Más nos
interesa el trato de las personas diagnosticadas como inconscientes de sus
propios sentimientos y absolutamente extrañados de sí mismos. Hasta tal punto,
que requieren de un control de geolocalización que facilite la detección de una
posible crisis por venir. Una desconexión y pérdida de familiaridad con lo que
uno siente, piensa, intuye, y vive en definitiva, que estas tecnologías no
hacen sino acrecentar. Byung-Chul Han lo ha expuesto de manera concisa y
directa en su libro 'Psicopolítica'. La descomposición del yo en datos y
la creencia en la mensurabilidad y cuantificación de la vida como telón de
fondo da origen a lo que denomina el 'quantified self'. Este dataísmo, a
la par que registra totalmente la vida, la vacía de sentido. La acumulación de
datos y medidas sobre la vida no la definen. Las correlaciones y el
conocimiento meramente aditivo no generan sentido per se. Más bien crean
un desconocimiento absoluto que se manifiesta en la ausencia de sentido, de
concepto, de narración, de integración comprensiva. Así, llegamos a una
diferencia muy reveladora que señala este filósofo. La distinción entre el cuidado-de-sí
foucaultiano y la relación ética que establece uno consigo mismo, y por otro
lado, el self-tracking que realiza el dataísmo contemporáneo, donde más
que una práctica de libertad que permita la búsqueda de la verdad y la
posibilidad de nuevas formas de vida se trata de un vaciamiento de verdad y
ética para convertirse en autovigilancia. Autovigilancia que remite a un
mantenimiento estadístico de la norma fijada por los bancos de datos que por su
gigantesca capacidad de representación de la realidad forjan una hiriente
coacción hacia la conformidad. Pero, y para no caer en derrotismos, no
olvidemos que esa maquinaria es ciega al acontecimiento y, por tanto, a lo
improbable y singular que puede abrir posibilidades no contempladas... “El Big Data es ciego ante el futuro”.
miércoles, 12 de abril de 2017
Reseña al libro "Tecnología y filosofía" de M. Bunge
Si queremos conocer y entender los efectos de la tecnología
sobre la vida tendremos que desgranar filosóficamente los distintos aspectos
sobre los que ejerce su influencia y las diversas formas en que lo hace.
Mario Bunge en este pequeño librito escrito en 1976 trataba de hacerlo de forma escueta y
clarificadora.
Definiendo antes de nada el término 'tecnología' en relación
a su necesaria compatibilidad con la ciencia y el método científico (que
presupone la matemática), y su uso como medio de control, transformación y
creación de cosas o procesos, naturales o sociales. Y a partir de aquí,
tecnologías, muchas. Y aspectos 4 centrales. El epistemológico, el ontológico,
el axiológico y el ético.
Del primero, interesa resaltar que Bunge considera que el
tecnólogo se fundamenta en presupuestos realistas. Un realismo crítico, que
suele estar matizado por una actitud marcadamente instrumentalista o
pragmatista, dice. Así nos confiesa que el tecnólogo concibe la realidad como
la totalidad de recursos (naturales y humanos) y productos de deshecho y el
conocimiento como medio para controlar. Si le coloca al científico eso del conocer
por conocer, al tecnólogo le cuelga encima el conocer para hacer.
Distinción que con el paso del tiempo parece haberse difuminado en los hechos
en la medida en que hacer-producir-crear es lo único que importa en nuestra
sociedad contemporánea. Esta actitud básica comporta que el tecnólogo se
desinterese de porciones de realidad que no son útiles para sus fines y las
termine juzgando como 'ruido'. Así, es norma que se atiendan más a teorías
simples y fáciles de digerir en pro de las metas buscadas que a teorías
complejas donde existen demasiadas variables interactuando que dificultan la
interpretación y comprensión con orientación a los fines prácticos buscados.
Termina por afirmar que el tecnólogo, más allá de guiarse por unos principios,
es filosóficamente oportunista, es decir, se propone maximizar su propia
eficiencia prescindiendo de cualquier lealtad filosófica.
Cuanto a la dimensión ontológica expone algunas asunciones
genéricas y otras de ramas tecnológicas específicas sobre la realidad existente
y la creada. Aquí se cuestiona algunos
interrogantes acerca de la naturaleza de los artefactos y los compuestos
hombre-máquina creados por la tecnología en sus diversas ramas. Asimismo
atribuye a la teoría general de sistemas un alcance mayor dentro de las ramas
de la tecnología en tanto se ocupan de rasgos genéricos de géneros (y no ya de
especies) y se enfocan en la estructura y comportamiento de un sistema (y no de
la composición y el mecanismo), cosa que las dota de mayor amplitud para el
control.
En lo que afecta a los valores de la tecnología, Bunge
señala que el tecnólogo al dividir la realidad en recursos, artefactos y el
resto, termina por considerar este resto como deshecho. Es por ello que afirma
que se trata de una ontología, la tecnológica, atada a unos valores
específicos. Fundamentalmente los valores de la producción, añadimos.
miércoles, 15 de marzo de 2017
Algunas noticias que nos llegan
El
desarrollo de tecnologías en el campo de la salud no deja de
ensancharse y abarcarlo todo reduciendo cualquier atisbo de humanidad
a un mero click.
Hace
pocos días terminaba el Mobile World Congress. Un espacio de
encuentro para mercaderes y vendehumos de todo tipo donde poder ver
las últimas baratijas que las empresas y los emprendedores nos
ofertan para hacer de nuestras vidas algo extraño.
En
el ámbito local de la emprendiduría en salud, se presentaba
HealthApp, una start-up que pretende desarrollar aplicaciones médicas
a partir de las ideas que les suministremos. Con una puesta en escena
de lo más ridícula, con el único afán de volverse llamativo entre
tanta competencia, mostraban la TCApp, una aplicación que ofrece un
mejor y más efectivo control y monitorización de las conductas y
emociones en personas con 'trastornos de la alimentación'. Su baza,
la diversión que nos prometen para conseguirlo. Y es que puedes
conseguir premios y recompensas haciéndolo. Está claro que fueron
los más divertidos como reza su eslogan principal '¡Aportamos diversión a las terapias!'.
Por
otro lado, hemos conocido también la App Medvisit orientada a
conseguir un médico allí donde estés de forma inmediata y no
sabemos aún si por un módico precio. Lo que llama la atención de
su anuncio, como sucede a menudo con estas aplicaciones, es la
estética infantil y las muecas sonrientes de esos dibujos
redondeados que tienen que emanar bondad, accesibilidad sin límites
y diversión. Todos sabemos lo divertido que es enfermar, y mucho más
de viaje...
Otra
cuestión que ha llegado a nuestras manos es la noción de 'fenotipo
digital' desde el ámbito de la salud mental. En resumidas cuentas se
trataría del uso del registro de la actividad virtual de una persona
para componer un perfil psicológico que permitiese interpretar los
malestares de esa persona y tratarlos en base a ello. Es claro el uso
mercantil (aunque se vista de terapéutico) de nuestra actividad
frente al ordenador cuando estamos en las redes sociales. Seguro que
hablaremos más de ello en el futuro. Concepto muy goloso que no deja
de acoger el histórico afán categorizador de las ciencias psi,
ya fuese por medio de marcas físicas en la frenología, de escalas y
test psicológicos o pruebas de imagen cerebrales como las
resonancias magnéticas o las tomografias por emisión de positrones.
Y
finalmente hemos tenido ocasión de leer el artículo de TheEconomist
y entender algunas cosas que pasan y otras que van a pasar.
Entendemos que el futuro de los tratamientos en salud pasa por los
dispositivos de salud digital. Y que tres son los grupos que luchan
por controlar la cadena de valor. Los 'innovadores tradicionales'
(farmacéuticas, compañías hospitalarias y de tecnología médica),
los 'jugadores implicados' (seguros de salud, gestores de farmacia,
sistemas de salud como NHS) y los nuevos que irrumpen en tecnología
(Google, Amazon, Apple, emprendedores varios). Estos últimos lo que
pueden vender es el ahorro económico mediante un control más
eficiente y racional de los gastos. Además los datos recogidos
mediante sensores, redes sociales y secuenciación genética pueden
dar un mejor insight de la eficacia de los tratamientos. Y aquí
pierden las empresas tradicionales frente a las innovadoras. Porque
más datos darán lugar a nuevos servicios que impliquen no tomar
fármacos de ninguna de las maneras. Y es que muchas aplicaciones se
centran en el autocuidado personal mediante el registro de lo que
hacemos, la monitorización dinámica de ello, los consejos y
recomendaciones de lo que hacer para no enfermar y las
gratificaciones por hacerlo. Un pack completo que termina por
convertir en obsesivo de la salud al que aún ni ha enfermado.
A
nuestro entender podemos afirmar que una vez reducido todo el
pensamiento clínico y la semiología médica a una cuestión
fundamentalmente analítica, sólo queda protocolizarlo y
maquinizarlo para extenderlo masivamente y sacar una buena tajada de
ello. Nada muy novedoso en el mundo capitalista que habitamos. Sin
embargo, desde esta perspectiva algo se pierde por el camino. Y ese
algo sólo puede entonces concebirse como información sobrante y no
relevante, puesto que ha escapado al proceso analítico. Y así,
cuando la cosa no marche, será por errores de causa desconocida, y
nunca más conocida puesto que esa información 'irrelevante' ya
estará perdida para siempre, no registrada. Un ejemplo análogo
podemos verlo cuando se habla de resistencias en los trastornos
psiquiátricos. Cuando el paciente 'no responde' a un tratamiento es
porque su cerebro no responde, no porque puede haber otras
posibilidades interpretativas del mismo conjunto de fenómenos y, por
ende, otras formas de aproximarse terapeuticamente a lo mismo. ¿Cómo
va a hacerse esto, si sólo se entiende el problema desde unos
presupuestos biológicos? O como cuando el psicoanálisis más obtuso
interpreta como resistencia cualquier posición del sujeto tratado
que no se adecua a su encuadre teórico y práctico.
En
definitiva, la protocolización y la maquinización masiva de la
medicina va a traer nuevos problemas que no se quieren tener en
cuenta simplemente porque vivimos bajo la dictadura de la mercancía.
Y cuestionarlo supone retraso en su aplicación y retraso en los
beneficios. Así es que se impondrán las nuevas formas y luego ya
veremos con qué baratija nueva lo arreglamos. Y mientras tanto, la
deshumanización, el extrañamiento y el vacío del ser humano.
miércoles, 18 de enero de 2017
El nuevo asalto a la salud mental: la realidad virtual
Durante los últimos años estamos viendo como se señalan
acusadora e insisitentemente los límites de la psicofarmacología y los usos y
abusos que de ella se hacen, que buena falta hacía. Basta con echar una ojeada
a los libros especializados publicados al respecto, los grupos y colectivos que
tratan el tema, y los blogs, webs y redes sociales que abordan la cuestión.
Toda esta actividad crítica y reflexiva se traslada, como debe ser, al seno de
la actividad psiquiátrica y promueve cambios al respecto. Si bien esto es
positivo porque nutre los abordajes profesionales y las teorías de realidades
personales y experiencias subjetivas (y de eso va buena parte del oficio), no
hay que dejar de lado las derivas mercantilistas que se ocasionan y que
promueven algunos especialistas espabilados.
Si la crisis económica iniciada en 2008 cambió algo fue que
se reestructuraron las relaciones laborales en el seno de empresas e
instituciones, la organización económica y los procesos productivos y de
consumo. En la psiquiatría pública eso implicó, entre otras muchas cosas, un
cuestionamiento del gigantesco gasto farmacéutico. Y así se inició la campaña
mediática de sobremedicación que existe en los mass-media, el acoso a los
trabajadores sanitarios con indicadores de farmacia, y la proliferación de
otras estrategias terapéuticas, muchas de las cuales son también muy
cuestionables y muy a la moda postmoderna (mucho efectismo inicial y poca
consistencia en el tiempo). Pero la máquina económica no se para sino que se
reconvierte y se engrasa para funcionar más y mejor. Y así llega a nuestro
campo la maquinización de las terapias y las relaciones terapéuticas. Terapias
online, aplicaciones para móvil, sensores de control comportamental, imaginería
cerebral, etc, a cada cual con más dudoso valor terapéutico añadido. Pero eso
sí, mucho valor económico añadido. Y es que la tecnología es el sector
económico más importante para los países llamados 'avanzados'. Y de eso va el
tema. De realidad virtual para tratar el TDAH (es el caso del H. Vall d'Hebron
de Barcelona). También para otros diagnósticos como fobias varias entre las que
cuentan entrar en una máquina de resonancia magnética o fobias a las agujas (en
el caso del H. del Mar en Barcelona).
La cuestión concreta del diagnóstico del TDAH tiene larga
historia de confrontación de perspectivas. Trastorno que se inventa en los 80 y
que se incrementa de forma exponencial hasta nuestros días, pasa por ser un
trastorno cerebral medicable (con anfetaminas, de esas que no teniendo ningún
TDAH ya tomaban algunos durante la carrera para estudiar mejor). Obviando la
complejidad del desarrollo de los niños y sus relaciones con el entorno, la
familia, sus pares, se redujeron trastornos del comportamiento y la adaptación
escolar requerida a problemas cerebrales. Pero lo alarmante es el proceso de
publicitación del diagnóstico que se hizo con fines netamente mercantilistas.
La estrategia de 'disease mongering' ( algo así como 'generación de
enfermedad') con respecto al TDAH está bien documentada (PLOS Medicine, 2006),
y pasa por la instrumentalización de familiares y escuelas para escrutar, detectar
e intervenir en niños, corrupción de
especialistas para su promoción*, creación de escalas diagnósticas y
entrevistas estructuradas orientadas al diagnóstico, y un marketing agresivo
orientado a la medicalización de los niños desadaptados y la culpabilización de
los que se niegan a 'cuidar' a sus hijos de esta forma. Posteriormente la
semilla crece y se extiende también a los adultos y no deja de abarcar a cada
vez más gente.
La confrontación de posición respecto a la inteligibilidad
del TDAH también llegó al 'oasis catalán' donde el 'seny' (ponderación,
sensatez) lleva a callarse las discrepancias para no cambiar nada de lo que la
máquina impone. Pero con este tema cambió. Y aunque propugnando un consenso, se
hizo un manifiesto público y colectivo criticando el diseño y la voluntad de
implementación de un protocolo para el manejo del TDAH (**).
Pues bien, ante tanta crítica de sectores que consideran un
crimen la medicalización de los niños en base a un diagnóstico con escasa
validez y fiabilidad (las tasas de prevalencia en Catalunya varían hasta un 50%
entre centros con distintas aproximaciones) y la descontextualización
sociofamiliar y económica de éste, se inició el reajuste de la aproximación más
reduccionista. Un reajuste no de la base sino de medios para seguir con los
mismo fines. Y de ahí la aparición de la realidad virtual para evaluar y tratar
a los dignosticados. Y así un paso más para el progreso y el desarrollo
económico.
Lo que podemos ver en la actualidad es la propaganda
desplegada, por un lado con el fin de generar valor para el propio hospital en
la carrera competitiva en que se ha hecho entrar a las instituciones
sanitarias, y por otro que es una valorización mediada por un dispositivo
tecnológico. ¿Y por qué tecnológico? Porque farmacológico ya está demasiado
criticado y se conocen sus límites, no rendirá tanto. Porque un aparato técnico
como unas gafas de realidad virtual son 'amigables' (de eso ya se ha encargado
toda la industria del ocio tecnológico) y por tanto mucho más aceptables que
una droga. Porque se plantean como terapias 'inocuas' (si no te hacen bien, mal
no te harán; eso sólo pasaba con los psicofármacos). Porque la tecnología,
además de inocua, tiene a su favor su apariencia de 'objetiva', de 'infalible',
puesto que no interpreta directamente (eso ya lo hará el clínico de turno).
Porque la industria de la alta tecnología es motor económico de los países
'avanzados', así que su introducción por aplicaciones fomenta su desarrollo, y
con ello, puestos de trabajo de alta capacitación, que es lo que interesa
políticamente.
Pero, en fin, todas esas características que se le atribuyen
a los medios técnicos en detrimento de los medios humanos son puras quimeras.
De inocuidad nada de nada. Sabemos que cualquier intervención tiene
implicaciones en el sujeto que las reciba. Otra cosa es la medición y
cuantificación de ese cambio operado. ¿O es que esa persona no interpreta lo
que experimenta?¿no categoriza e integra interpretativamente lo que se le
explica? ¿no actúa en su vida y decide cuestiones diversas basándose en esas
asunciones o creencias?. Y, ¿a qué objetividad se apela, si cualquier beneficio
supuesto que esa máquina consiga debe interpretarlo al menos ese sujeto y el
clínico de turno?. Por lo demás, decir que esa amigabilidad se ha impuesto a
base de destruir machaconamente la sociabilidad humana y de atacar las
vulnerabilidades más íntimas humanas promoviendo y facilitando el
individualismo en pro del beneficio político-económico.
Pero la pregunta de moda, la que interesa verdaderamente en
nuestra sociedad, la capitalista, es la que se refiere al coste-eficacia para
averiguar si es factible su implementación masiva. Ahora bien, si lo es ¿para
qué y para quién?. Si tomamos como beneficiado la sociedad capitalista como
abstracción no hay dudas. La respuesta es sí. Creada la diferencia,
naturalizado el defecto, medicalizado el síntoma, se perpetúa ese desarrollo en
la línea de producir nuevos medios para su aparente mejora/curación. Ese
proceso es la valorización necesaria del capital. Absolutamente imprescindible
para el mantenimiento del sistema capitalista. Si, por el contrario, tomamos a
las personas diagnosticadas y a las personas por diagnosticar (cada vez más,
precisamente por esa necesidad de valorización), no parecen apreciarse muchos
beneficios. Probablemente algunos pasen por sentirse cuidados, por ser
desresponsabilizados de sus propios comportamientos, por ser etiquetados y
singularizados (habría que ver cuanto de narcisismo en sentido amplio hay en
una sociedad que ya ha sido definida sociológicamente como 'cultura del
narcisismo') y beneficiarse de ello. Pero, por otro lado, se está asumiendo un
'defecto' y por ello, una dependencia de expertos en nosotros mismos.
Desfamiliarizados de nosotros mismos y defectuosos para esta sociedad
industrial que exige el máximo rendimiento de cada uno de nosotros, y por tanto
con el que siempre estamos en deuda, tendremos que aprender a vivir con la
perpetua depresión expresada de mil maneras distintas. Es la era de la psicopolítica.
Si en unos meses o unos años, tras algunos estudios, se ve
que la realidad virtual no es un medio eficiente, no habrá problema alguno. El
beneficio buscado ya se habrá logrado. Marketing institucional, promoción
curricular y beneficios económicos para algunos espabilados ya se habrán
generado. La cuestión será quién los habrá pagado, económicamente y en sus
propias carnes. Lo primero, como hospital público, lo habremos pagado todos, y
el beneficio lo habrán recogido, entre otros, la empresa catalana Psious y sus
inversores, entre ellos La Caixa por ejemplo, o esos personajes de la psiquiatría
que crean 'chiringuitos' especializados en la pública, para luego lucrarse por la
privada. Lo segundo, aquellos rezagados del actual modo de vida, y en último
término, en uno u otro momento de la vida, todos nosotros.
En resumen, esta nueva inclusión de la realidad virtual como
medio terapéutico para el TDAH responde claramente más a la necesidad económica
del sistema social actual que a la necesidad de las personas etiquetadas con un
diagnóstico que muchos consideran quimérico y configurado socialmente de forma
política y económicamente interesada.
No es casual que el medio sea tecnológico y no
farmacológico. El auge de las empresas tecnológicas como motor del sistema
económico de los países avanzados es conocido por todos. Sus beneficios pasan
por la implementación continua e imparable de sistemas tecnológicos en todos
los ámbitos. La salud mental es un ámbito propicio en tanto se enfoca en un
objeto inmaterial, la mente (la
voluntad, los pensamientos, los sentimientos...). Y puesto que no hay
referentes materiales específicos (decir el funcionamiento y las estructuras
cerebrales es algo muy poco concreto) parece que cualquier cosa que se venda
merezca ser comprada en pro de una innovación y un progreso hacia no se sabe
dónde.
* El catedrático de psiquiatría por la UAB, y antiguo Jefe
del Servicio de Psiquiatría del H. Vall d'Hebron, Miquel Casas i Brugué,
afirmaba que los infractores al volante eran en su mayoría personas con un
probable diagnóstico de TDAH no detectado. Actualmente está vinculado a una start
up dedicada a la atención de niños con problemas académicos en escuelas.
Seguramente haciendo nuevos clientes. Nadie ha hecho tanto por la psiquiatría
más chata y nociva como este personaje, que recientemente visitaba al mismísimo
Papa Francisco...
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